TEMAS

ETICA GENERAL


NOCIONES GENERALES
Trabajo realizado por Marco Aníbal Álvarez pinto
El término Ética es de origen griego y significa moral. A veces se confunden las definiciones o son utilizadas en el mismo nivel.
 La ética es una ciencia "práctica" que estudia los actos humanos (libres, voluntarios) en orden al último fin del hombre.
El término "ética" viene del idioma griego "ethos" y significa "modo de vivir", "costumbre". Tiene una connotación mucho más amplia que la palabra "moral" en el sentido del comportamiento adquirido por hábito.
Los griegos tenían una concepción ética asociada con el "cuidado de sí mismo" la "preocupación de sí mismo" (preocuparse es diferente de ocuparse). Preocuparse tiene relación, no con la producción de bienes y servicios, sino con el cultivo personal y social de la verdad y la virtud, es decir, con lo que Nicolás Buenaventura llama, distinguiendo, relaciones sociales y relaciones sociables.
El término moral, aunque tiene también el significado de "costumbre" del idioma latino "mos-moris", se ha aplicado más bien a los comportamientos no adquiridos por reflexión, sino a los que tienen que ver con la acción de los humanos. Tiene relación más bien con el comportamiento real de los individuos y los grupos.

COMO SE DIVIDE LA ÉTICA?
La ética se divide en:
a)   Ética general, por cuanto estudia los principios universales que rigen los actos humanos y determina el fundamento de la moralidad (acto moral y actos del hombre)
b)  Ética especial o derecho, por cuanto aplica las nociones de "deber y derecho", de "virtud y vicio", y de "premio y castigo" (remuneración), al individuo y a la sociedad.
Es entre las ciencias prácticas la más importante, pues nos enseña el camino de las buenas costumbres y fija el criterio moral de nuestras acciones libres. Todo el problema está en saber cuál es el criterio (la base, el punto de comparación) que nos permite establecer la moralidad de un acto. Es decir, que nos permite saber si ese acto es bueno o malo.

DE DONDE SURGE LA NECESIDAD DEL ESTUDIO DE LA ÉTICA.
Las fuentes de la ética son dos: una es innata (que nace con uno) y la otra histórica.
a)     Fuente innata de la ética es la voz de la conciencia (que es la misma ley natural residente dentro del ser humano, o dicho de otro modo, La voz de Dios que habla dentro y nos pregunta si determinada actuación esta bien o mal a sus ojos).
Todo hombre trae consigo al mundo un número determinado de ideas innatas. Una de ellas es la idea de las normas que han de regir su vida. Esas normas son iguales para todos: Hacer el bien y evitar el mal de acuerdo con el fin último del hombre, que consiste en la plena posesión de la felicidad (Dios).
b)     La fuente histórica es múltiple. Son, por una parte, las costumbres de los pueblos, encaminadas todas ellas al perfeccionamiento de la personalidad; y por otra, todos los autores que han escrito o hablado sobre el tema de la moralidad a lo largo del tiempo (ética de las virtudes, epicureísmo estoicismo, platonismo, neoplatonismo, ética del deber, utilitarismo, ética del superhombre, ética marxista ética axiológica, ética de la liberación, ética comunicativa. moral cristiana, etc.)

LA ETICA NO TRABAJA SOLA
Se relaciona e interactúa con otras ramas del conocimiento por ejemplo:            
ü  La sicología: El estudio del alma y de sus actividades;
ü  La sociología: El estudio del conglomerado social en todos sus aspectos (éticos, étnicos, culturales, sindicales, religiosos, etc.);
ü  La historia: que es "la conciencia del género humano" según Tácito;
ü  La lógica: el arte del bien discurrir. Porque si usted va a probar que un sujeto es responsable (o irresponsable) de una acción,  debe necesariamente recurrir al raciocinio. Y el raciocinio es parte de la Lógica.
ü  La política: el arte de dirigir la cosa pública (la nación).






 EL BIEN Y LA LEY COMO FUNDAMENTO DE VIDA MORAL

Los seres humanos tomamos conciencia de nuestra existencia no de un momento a otro ni de repente, sino con el paso del tiempo. Nacemos como todos los seres de la naturaleza, en un medio ambiente y en unas condiciones similares, pero aventajados (somos libres e inteligentes; capaces del bien y del mal) [1]. Pero ¿Qué es el bien y qué es el mal? En otras palabras, ¿qué es bueno y qué es malo?
Bien es aquello que puede perfeccionar a un ser, y que, por tanto, es apetecible y deseable.
Por lo que perfecciona se llama "bien útil"- y porque es apetecible toma el nombre de "bien deleitable".
Recordemos que los animales no pueden determinar si sus acciones son buenas o malas, solo los seres humanos podemos hacerlo.
Por eso el bien es:
a)     Individual, cuando perfecciona a un individuo o a una determinada clase social (utilidad personal o particular);
b)     Común, cuando perfecciona a la sociedad en general (utilidad pública).
El bien común siempre tiene primacía sobre el bien particular.
El mal no sólo es carencia del bien, sino aversión contra el bien. El mal, pues, reside en la voluntad expresa de seguir aquello que no es bueno. De aquí que quien apetece una cosa mala a sabiendas de que es mala, ni busca lo que le conviene ni encuentra gozo verdadero en lo apetecido.
El que comete la maldad, no lo hace con el fin expreso de sufrir sino porque en ese mal vislumbra, aunque equivocadamente, alguna brizna de bienestar.
Pero ¿quién nos dirá cuáles son las cosas que mejoran o desmejoran al ser humano (y a los seres en general)? ¿Quién nos indicará si una cosa es buena o mala en orden al perfeccionamiento de la personalidad? La ley.  Y como la ley la da Dios, El es, en últimas, el fundamento, el criterio, la medida, la norma de nuestra moralidad.
Nuestros actos serán buenos o malos según se ajusten o no a los preceptos divinos.
Conviene, sin embargo, que tengamos alguna aproximación al concepto de ley:
Según Santo Tomás: "Ley es la ordenación de la razón promulgada para el bien común por aquel que tiene a su cargo la comunidad".
Otras definiciones más sencillas:
La ley es un mandato razonable de un jefe para el bien de la comunidad.
Es lo que manda un jefe legítimo para mejorar la condición de sus súbditos.
El que tiene a su cargo la comunidad encarna la autoridad. Según esto la ley:
a)     Debe fundarse en la razón. No debe ser arbitraria.
b)     Debe dirigirse al bien común, que a la postre es el mismo fin último, Dios. Por eso el bien particular debe desaparecer ante el bien común.
c)     La ley que no se promulga no obliga.
d) El que tiene la "responsabilidad de la comunidad es primeramente Dios. En segundo lugar los que "se hacen cargo de ella en nombre de Dios".
La ley se divide en:
a)     Eterna
b)     Natural
c)     Positiva.

La ley eterna, según el pensamiento de Santo Tomás, es el plan general existente en la inteligencia divina que gobierna todas las cosas.
Que la ley eterna existe lo prueban las leyes que operan en la creación. Todo ha sido hecho y ordenado sabiamente por una inteligencia existente fuera de lo creado.
La ley eterna (la ley en sí) no puede ser comprendida por el hombre, pero sí puede ser conocida, porque Dios la ha impreso en nuestro entendimiento: todos entendemos que debe haber "algo" que gobierne todas las cosas.
La ley natural es aquella que está impresa en el interior del hombre y que se llama la voz de la conciencia'.
La ley natural es inmutable, tanto en sí misma (intrínsecamente) como en relación con la humanidad (extrínsecamente).
Por eso el ser racional no puede violarla ni abrogarla sin renunciar a su condición de hombre.
La conciencia nos dice que los primeros principios de la moralidad (que son al mismo tiempo principios de la ley natural) son innatos.
Los primeros principios son conceptos que no necesitan explicación por obvios y por naturales. Aquí hablamos de los primeros principios morales.
Primer principio:
"Hay que hacer el bien y evitar el mal".
Otros principios:
"Respetar la honra y los bienes ajenos".
"Respetar la palabra empeñada".
"No engañar a nadie ni aprovecharse de la buena fe de los demás".

La ley positiva es la que promulga el legislador.
La ley positiva es:
a)     Divina, promulgada por Dios en el monte Sinaí.
b)     Humana, promulgada por los jefes civiles y eclesiásticos.
La ley positiva debe ser:
a)     Conforme a la ley natural;
b)     Promulgada para el bien común;
c)     De acuerdo con los poderes concedidos por Dios al legislador. Este no puede excederse en arbitrariedades.
Nadie puede arrogarse el derecho de negar la ley divina sin hacerse culpable de rebelión.
La autoridad está en la obligación de guardar la ley y hacerla cumplir.
Toda autoridad viene de Dios, y es justa o injusta a medida que ella se conforma con la ley o se aparta de ella. El que pasa por sobre la ley de Dios abusa de su autoridad.
Queda claro que el ideal al que nos proyectamos como humanos, como individuos y como especie, el que nos permite crecer y desarrollarnos, es lo que llamamos el bien moral. Este es el fundamento de la moralidad, o sea, el supremo valor. Lo que sucede es que ni todos los individuos, ni tampoco los grupos sociales han llegado a un único acuerdo acerca de cuál sea el supremo valor.

Reflexionemos
Para comprender aún más lo que se acaba de decir, leamos un aparte del libro de Savater, quien dice que:
"Hay ciencias que se estudian por el simple interés de saber cosas nuevas; otras, para aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales estudios, podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las arregla bastante bien para vivir; yo, por ejemplo, lamento no tener ni idea de astrofísica, ni de ebanistería, que a otros les darán tantas satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido andar hasta la fecha. Y tú, si no me equivoco, conoces las reglas del fútbol, pero eres bastante "ignorante" en las del béisbol. No tiene mayor importancia, disfrutas con los mundiales, pasas olímpicamente de la liga americana y todos, tan contentos.
Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si se quiere, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele decirse, nos va la vida, es preciso estar enterado, por ejemplo, de que saltar desde el balcón de un sexto piso no es cosa buena para la salud; o que una dieta de clavos y ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada vez que se cruza con el vecino le atiza un mamporro, las consecuencias serán antes o después muy desagradables. Pequeñeces así con importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir.
En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos, ni convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos seguir viviendo. Si lo que uno quiere es "reventar" cuando antes, beber lejía puede ser muy adecuado o, también, procurar rodearse del mayor número de enemigos posibles. Pero, de momento, vamos a suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora de lado. De modo que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo "bueno", porque nos sienta bien: otras en cambio, nos sientan muy mal y a todo esto lo llamamos "malo"; saber lo que nos conviene, es decir, distinguir entre lo bueno y lo malo es un conocimiento que todos intentamos adquirir-todos sin excepción- por la cuenta que nos trae.
Como he señalado antes, hay cosas buenas y otras malas para la salud; es necesario saber lo que demos comer o que el fuego a veces calienta y otras quema, así como el agua puede quitar la sed pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces, las cosas no son tan sencillas: ciertas drogas, por ejemplo aumentan nuestro brío o producen sensaciones agradables, pero su abuso continuado puede ser nocivo. En unos casos, son buenas pero en otras malas; nos convienen y, a la vez, no nos convienen. En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con una frecuencia aún mayor. La mentira es algo, en general, malo porque destruye la confianza en la palabra —y todos necesitamos hablar para vivir en sociedad— y enemista a las personas; pero, a veces, parece que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un favor a alguien. Por ejemplo ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad sobre su estado de salud o se le debe engañar para que pase sin angustia sus últimas horas? La mentira no nos conviene, es mala pero, a veces, parece resultar buena. Buscar gresca con los demás es por lo común, inconveniente, ¿pero debemos consentir que violen delante de nosotros a una chica sin intervenir, por aquello de no meternos en líos? Por otra parte, al que siempre dice la verdad —caiga quien caiga— suele cogerle manía todo el mundo; lo malo parece, a veces, resultar más o menos bueno y lo bueno tiene, en ocasiones, apariencias de malo. Lo de saber vivir no resulta tan fácil, porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué debemos hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios están casi siempre de acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones distan de ser unánimes. Si uno quiere llevar una vida emocionante, puede dedicarse a los coches de fórmula uno o al alpinismo; pero si prefiere una vida segura tranquila, será mejor buscar las aventuras en el videoclub de la esquina. Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones, lo que cuenta es ganar dinero y nada más. Mientras otros arguyen que el dinero sin salud, sin tiempo libre, sin afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es medio seguro para alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a ellos, desde luego, la vida se les haría mucho más larga. En lo único en que, a primera vista, todos estamos de acuerdo es que no estamos de acuerdo con todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas coinciden con otro punto a saber: que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable,   todas estas disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. Nadie discute si las piedras deben caer hacia arriba o hacia abajo; caen hacia abajo y punto. Los castores hacen presas en los arroyos y las abejas panales de celdillas hexagonales: no hay castores a los que tiente hacer celdillas de panal, ni abejas que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio natural, cada animal parece saber » perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él, sin discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la araña que le tiende su trampa y se la come. Pero es que la araña no lo puede remediar...
Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África y en otros continentes levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero, a veces, uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un animal. Enseguida, las termitas obreras se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a sus enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de los asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas termitas soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?
Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, quien espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aún sabiendo que éste es más fuerte que él y que, probablemente, va a matarlo. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos, del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un: auténtico valiente, pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta, millones de veces repetida ningún Hornero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?
Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar -como la araña que se come la mosca-Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él, quizá sus conciudadanos lo llamasen cobarde y lo tuvieran por un caradura o, quizá, le preguntasen qué otro plan se le ocurriría para frenar a Aquiles. Pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer, no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Hornero cuente su historia con épica emoción: a diferencia de las termitas decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor".

Actividad:
1.    Después de haber leído y profundizado el tema, por favor, elabore el logro para el tema en cuestión.

2.    ¿Qué ideas ha podido extraer del tema (Enumere al menos 10). 


3.    Trate de ampliar  la definición del término “ley” que se menciona en  esta lectura o dé su propio concepto.

4.    Que has aprendido de la lectura de las termitas?

5.    Elabore una critica al tema (puede ser positiva o negativa).








SUBTEMA 2: LOS ACTOS HUMANOS:
1.    Acto humano:
Es aquel que se ejecuta con pleno conocimiento y plena voluntad. El acto que no llena esas condiciones se llama acto del hombre.
Una limosna otorgada con pleno conocimiento de lo que es y sirve una limosna (el fin), es acto humano. Los sueños, los pensamientos y las acciones inconscientes son actos del hombre. Los actos humanos se llaman también formales, porque reciben la forma del entendimiento y la voluntad; los actos del hombre se dicen materiales, porque en ellos no interviene el espíritu.                                                                   
El acto humano, o acto voluntario, puede ser: necesario o libre, elícito o imperado, directo o indirecto.
a)    Necesario, cuando la voluntad no puede dejar de hacerlo. Ejemplo: arrepentirse el pasajero mientras se cae el avión. En ese caso no hay más remedio que arrepentirse. Otro ejemplo: no quiero estudiar la lección y mi papá me obliga a hacerlo. Si no hago la tarea, no hay salida a la calle. En ese caso se trabaja conscientemente, sí, pero obligado. Es un acto voluntario "necesario".

b)    Libre, cuando la voluntad puede hacerlo o no hacerlo a su arbitrio.

c)    Elícito, cuando el acto (material = un robo, o espiritual = un pensamiento) procede espontáneamente de la voluntad, es decir de golpe, como por ejemplo querer, amar, desear, pero sin especificar qué es lo que se quiere, ni qué se ama, ni qué se desea. El acto elícito es un acto voluntario pero sin consecuencia moral, porque, a pesar de que siempre procede de la voluntad, es espontáneo y sin un fin determinado. Ejemplo:   tener un mal pensamiento. Cuando el pensamiento viene de improviso y no se sabe a ciencia cierta si la voluntad le ha dado su consentimiento, ese pensamiento es un acto elícito.

d)    Imperado, cuando ese acto lo lleva a cabo otra facultad que no sea la voluntad (la memoria, el sentido de la vista, el entendimiento, etc.) por orden expresa de la voluntad. Ejemplo: asoma el deseo de no estudiar la lección = acto elícito. La voluntad se hace cargo del deseo y lo consiente o lo rechaza = acto voluntario.

e)    Directo,  cuando la voluntad  lo  hace  directamente, como cuando uno se propone matar un venado y lo mata.
f)     Indirecto, cuando, al hacer uno lo que se ha propuesto, sucede lo imprevisto. Le tira al venado, pero mata al perro. Este es un voluntario indirecto o "voluntario en causa".
Así pues, concluimos: las condiciones indispensables para que un acto humano tenga moralidad (sea responsable para bien o para mal) son que ese acto sea libre, imperado y directo.
2.    Causas que modifican  o anulan el acto humano:
Son cuatro, de las que tres obran sobre la voluntad y una sobre el entendimiento.
Las que obran sobre la voluntad son:
a)     La pasión = acción  (atracción)  vehemente ejercida sobre los sentidos por un bien sensible.
Si esa pasión precede al acto (pasión antecedente), disminuye la responsabilidad, puesto que atrofia, por así decirlo, el uso de la razón.
Si sigue al acto (pasión consiguiente), aumenta la responsabilidad, porque en ese caso la pasión respalda el hecho.
b)     El miedo = perturbación del entendimiento frente a un mal presente o futuro.
Si paraliza la razón, el miedo es grave y anula la responsabilidad. Si no la paraliza del todo sino que sólo la disminuye, no alcanza a suprimir el libre albedrío, pero sí disminuye la responsabilidad.
c)     La coacción o violencia física = fuerza externa que obliga a la voluntad:
a)     a realizar un hecho que le repugna, o
b)     a desistir de un acto obligatorio.

Ejemplos:
a)     Me repugna mirar ciertas cosas. Pero los que ejercen coacción sobre mí me mantienen los ojos abiertos a la fuerza. Consecuencia:   ese  acto humano mío queda  anulado por la coacción.
b)     Estoy obligado a trabajar para mantener la familia. Pero mis enemigos me atan las manos.
La coacción anula el acto voluntario.
Entonces yo no tengo la culpa de que mi familia padezca hambre.
La ignorancia es la única causa intelectual que disminuye o suprime la responsabilidad del acto humano.
La ignorancia puede ser:
a)     Invencible, si el sujeto ignora las cosas involuntariamente. La ignorancia invencible no es culpable.
b)     Vencible, si el sujeto ignora las cosas culpablemente. La ignorancia vencible es culpable.
3.    El acto humano objetivo y subjetivo
El acto humano objetivo es aquel que es bueno o malo en sí mismo. Aquel que es bueno porque está de acuerdo con la consecución del último fin, o es malo porque se aparta de él. Se dice también, y con verdad, que acto bueno es aquel que concurre al perfeccionamiento de la personalidad humana, y acto malo el que desmejora al hombre.
Las circunstancias y el fin pueden modificar la moralidad del acto humano.
Las circunstancias accidentales influyen muy poco sobre el acto humano y por lo mismo no lo modifican esencialmente. Un asesinato es un acto malo. La circunstancia accidental de haber sido cometido con revólver o con fusil no disminuye la gravedad del hecho.
Si, en cambio, las circunstancias son sustanciales, la naturaleza del acto humano cambia totalmente. El matar es un acto malo. La circunstancia sustancial de haber matado en defensa propia cambia totalmente la moralidad del acto. De malo que era, lo convierte en bueno o en indiferente.
El fin con que se obra determina formalmente la moralidad del acto. Dar limosna es un acto material. El fin que se propone una persona al dar esa limosna hace que ese acto sea formalmente bueno o malo.
El acto humano subjetivo.
Se llama acto humano subjetivo aquel que es considerado como bueno o malo por nuestra conciencia. La conciencia moral no es otra cosa que el criterio personal del individuo. Y comoquiera que cada cual tiene un criterio distinto, se equivoca fácilmente. Por eso no es infalible, pero tampoco carece de todo valor.
La conciencia moral admite grados de acuerdo con la educación, el nivel de civilización, el temperamento, las condiciones ambientales, etc., del individuo.
Para terminar, aclaremos ideas. La moralidad de un acto humano debe ser siempre objetiva, puesto que objetivos son el bien y el mal.
Si una película, por ejemplo, está prohibida para menores porque así lo estableció la junta de censura en representación de la ley, la presunción (= la razón, la suposición de que esa cinta no es buena para usted) está de parte de la ley representada en la junta de censura (moral objetiva) y no de parte de usted que, tal vez, no ve en la película nada malo (moral subjetiva). Usted a lo sumo puede decir: a mí no me hizo daño la tal película. Pero jamás podrá afirmar que ese filme es bueno, si personas más instruidas que usted lo tienen por malo. En todo caso es un problema netamente personal. Es usted quien tiene que dar cuenta a Dios de ese film y no la junta de censura.

Reflexionemos:
LO QUE MAS ESTIMA LA PERSONA HUMANA: SU LIBERTAD
Libertad es la facultad de hacer o no hacer una cosa.
La libertad física permite al hombre moverse de una parte a otra, salir de su casa o quedarse en ella, viajar en carro o a pie, etc. La libertad física puede ser impedida por una fuerza externa. Un detenido ha perdido su libertad física.
La libertad moral, que se llama también "libre albedrío", es la facultad de pensar y de decidir. La libertad moral no puede ser impedida por fuerzas externas sino por la ley. En efecto un detenido, a pesar de haber perdido su libertad física, goza en todo momento, aun entre cadenas, de libertad moral. No ha perdido su libre albedrío puesto que, atado y todo, tiene libertad para pensar y decidir. Solo Dios (la ley) puede ponerle límites a la libertad moral, mandando o prohibiendo. Por eso, donde entra la ley se acaba la libertad moral. Está mandado no matar. Luego el hombre no es libre de decidir si mata o no a una persona. Debe dejar de matar, porque así lo manda la ley. Esto se llama hacer buen uso de la libertad.
El mal uso de la libertad, que consiste en hacer lo contrario de lo que manda la ley, se llama libertinaje.
La libertad ha sido concedida al hombre para que él, mediante su ejercicio, perfeccione la naturaleza humana. Entonces no somos libres de rebajar a la persona humana con actos que la desmejoran. La libertad no es absoluta.
No somos libres de atentar contra nuestra vida ni contra la vida del prójimo porque la existencia pertenece a Dios. No somos libres de cometer ningún mal porque el mal se opone al fin de la creación, que es precisamente el perfeccionamiento de los seres creados y el ennoblecimiento de la dignidad humana. ¿Cómo se debe entender, entonces, eso de que el hombre tiene derecho a la libertad de palabra, a que haya libertad de enseñanza, libertad de culto, libertad de prensa, etc.? Hay libertad en cuanto que uno puede a su antojo hablar o no hablar, enseñar una cosa o no enseñarla, dejar que cada cual practique su religión sin ser estorbado, escribir un artículo para la prensa o no escribirlo, etc., mas no hay libertad de hablar en contra de los principios morales establecidos por el Creador de la ley, enseñar doctrinas que contrarían esa ley, practicar una religión falsa, a sabiendas de que hay una sola religión verdadera, escribir artículos indecentes o que fomenten la criminalidad, etc., porque eso no tiene su fundamento en la verdadera moralidad; eso no aprovecha a la humanidad. Nada se puede hacer en contra de la ley ni en contra de la dignidad humana, sin impugnar directamente la voluntad del Legislador, quien nos permite, sí, el uso de la libertad, pero no el abuso.
Actividad:
1.    Qué es un acto humano: defínalo con sus palabras.
2.    Cuál es la diferencia entre acto humano y actos del hombre?
3.    El acto humano, o acto voluntario, puede ser: necesario o libre, elícito o imperado, directo o indirecto. Que piensa de estas definiciones, esta de acuerdo? ¿Por qué?.
4.    De las causas que anulan o modifican el acto humano ¿cuál es la única causa intelectual que disminuye o suprime la responsabilidad del acto humano? Por que?
5.    Diga con sus palabras que es un acto humano subjetivo y de un ejemplo (distinto al del texto).
6.    Trate de ampliar  la definición del término  “libertad” que se menciona en  esta lectura o dé su propio concepto.


EL FIN DEL HOMBRE
Noción y existencia del fin último
Recordemos que el bien y el mal van considerados independientemente de nuestro modo de ver. Son objetivos, es decir que existen aunque nosotros no los aceptemos o los desconozcamos.
El bien es lo que perfecciona a la naturaleza humana, y el mal aquello que la desmejora, la rebaja. El perfeccionamiento de nuestra personalidad sirve para conseguir el fin último. De manera que el que no trabaja para ser cada día mejor, descuida la consecución del fin para el cual ha sido creado.
Nada más evidente que la existencia del fin último del hombre. En efecto, todos los actos humanos tienden a un fin. Hablamos de actos "humanos" porque ellos pertenecen al hombre como ser racional y dotado de voluntad. Al hombre que obra a sabiendas de lo que hace. Los actos que el hombre lleva a cabo sin el concurso explícito de la razón y de la voluntad (hablar durante el sueño, hacer el bien o el mal en estado de inconsciencia, etc.), se llaman actos del hombre.
Siendo los actos humanos elementos indispensables para lograr nuestro perfeccionamiento, y siendo nuestro perfeccionamiento la "razón de ser" de nuestra existencia, todos los actos humanos deben ser encaminados hacia la consecución del último fin, que es la perfección definitiva, la felicidad, Dios.
Naturaleza del fin ultimo (qué es el último fin)
El bien supremo del hombre es la felicidad. No hay hombre que no quiera ser feliz, mas no todos saben en dónde está la felicidad. Unos la buscan en vano en los bienes materiales, otros en los intelectuales. Unos lamentablemente en los vicios, otros laudablemente en la virtud. De aquí que el fin último, siendo como es objetivo, puede ser para algunos, equivocadamente, subjetivo.
El fin último subjetivo.
El hombre puede equivocarse y realmente se equivoca cuando busca la felicidad en un mal en el que descubre alguna apariencia de bien pasajero.
Esa felicidad es netamente subjetiva. El hombre, al perseguirla, persigue al mismo tiempo un fin último subjetivo, lo que de ninguna manera puede ser norma universal de conducta.
El fin último objetivo.
No pudiendo ser subjetivo el fin último, debemos inquirir si él existe en la realidad. Si él existe aun cuando nosotros lo desconozcamos, no lo consideremos o no lo admitamos. El fin último, entonces, sería una perfección (o un ser perfectísimo) real.
¿No será, acaso, una perfección considerada en sí misma, independientemente de como la vemos nosotros? Afirmamos que así es.
En efecto, la felicidad es una sola puesto que una sola es la naturaleza humana que la va a disfrutar. Por lo mismo, los actos libres deben estar encaminados necesariamente hacia la consecución de esa única felicidad.
¿Cuál es ella? O, más concretamente, ¿qué es?
Los bienes creados puestos al servicio del hombre no son el último fin, sino apenas medios para conseguirlo. La razón es que ellos son inestables, perecederos e imperfectos.
El verdadero fin último será, entonces, un ser perfectísimo, el que sea capaz de proporcionarnos la verdadera felicidad. Aquella felicidad que por ser estable, imperecedera y perfecta nos haga gozar del sumo y verdadero bien, y llene todas nuestras aspiraciones.
Y en realidad es así. El fin último del hombre es Dios, quien nos puede proporcionar la felicidad en grado sumo.

Como se consigue el fin ultimo
El fin último es la preocupación de todos los hombres. Cada cual repudia lo que le impide llegar al "bienestar". Lo cual demuestra que el deseo de la felicidad es innato.
Dirá alguno: no todos los deseos innatos son necesarios y por lo tanto obligatorios.
Sí. Es cierto. Ni todos los deseos, ni todas las inclinaciones con que uno nace son necesarios.
Sin embargo hay cosas necesarias, tanto en el campo material como en el espiritual.
En el campo material.
Para conservar la vida del cuerpo es absolutamente necesario alimentarse y respirar. Digamos, de paso, que esto es lo único necesario para mantener el cuerpo en actividad. Es necesario alimentar el estómago, y cumplir, naturalmente, todos los demás requisitos inherentes a la alimentación, tales como masticar, digerir, etc. No sólo es preciso respirar, sino también fomentar el normal funcionamiento de los pulmones mediante el deporte, la higiene, etc.
Lo mismo en el campo espiritual.
El espíritu también tiene sus exigencias, las que sobrepujan en mucho a las necesidades del cuerpo.
Para conservar la vida del alma es absolutamente necesario alimentarla, fortalecerla y preservarla. El alimento del espíritu son los medios que tenemos a nuestro alcance para conseguir la felicidad. Y ¿cuáles son esos medios? Los que nos propone la ley moral: no matar, no levantar falso testimonio, etc.; en una palabra, portarse bien.
El fin último se consigue precisamente en esa forma, llevando una vida acorde con la ley de Dios, vértice de toda felicidad.

Reflexionemos:
LA PERSONA HUMANA Y EL DEBER
El deber es la obligación moral de hacer u omitir una cosa.
El fundamento del deber es la ley. El que cumple con la ley cumple con el deber.
El primer deber del hombre es defender su propia personalidad, su propia dignidad.
La dignidad humana es sagrada e inviolable. Estas prerrogativas tienen su raíz en el hecho de que el hombre es el ser más perfecto de la creación después de los ángeles. Para defender su dignidad el hombre tiene obligaciones imprescindibles. No debe abusar de su salud, ni cometer actos que repugnen. No debe permitir que le toquen en su vida, su honra y sus bienes.
Además los hombres están en la obligación moral de defenderse y anudarse mutuamente para mantener a la dignidad humana en el puesto de preferencia que le es propio.
Para que no se nos olviden nuestras obligaciones, la conciencia nos recuerda constantemente que no podemos darle la espalda a la ley sin faltar a nuestros deberes de justicia. A aquellos deberes que debemos cumplir infaliblemente: honrar a padre y madre, no fornicar, etc. El que cumple con los deberes de justicia ennoblece su personalidad.
Pero hay también deberes de caridad. Son aquellos que se cumplen por amor y benevolencia hacia el prójimo y por amor de Dios. Los actos caritativos que no llevan el sello sobrenatural se llaman "filantrópicos". La filantropía es una beneficencia que no tiene ningún valor positivo ante Dios. Cuántos hay que dan limosna por vanidad o por orgullo...
La persona humana debe mostrarse siempre en toda su integridad. En la base de las actividades del cuerpo debe estar el espíritu presente en todo momento. Las acciones materiales desligadas del control del espíritu no engrandecen al hombre.
Deberes hacia Dios, hacia si mismo y hacia el prójimo
Deberes hacia Dios:
Son los que El nos ha impuesto en los diez mandamientos. Es necesario que el hombre obedezca a Dios porque solo El es su dueño. Por lo tanto:
a)     Hay que rendirle culto al Supremo Hacedor;
b)     Ese culto no sólo debe ser privado  (el que rinde un individuo o un grupo de personas por su cuenta)  sino público (el que se lleva a cabo bajo la dirección del sacerdote o de un delegado suyo).
c) Debe ser además social: el que le rinde la sociedad (por sí misma o por medio de sus jefes).
Es de justicia que los gobiernos no solo rindan culto a Dios sino también que lo fomenten. La razón está en que ellos tienen la obligación (deber estricto de justicia) de interpretar los sentimientos religiosos del pueblo.
Deberes hacia sí mismo:
a)     Deberes del entendimiento:
I.    Buscar la "verdad". No puede haber dos verdades.
II.    Una vez conocida la verdad, aceptarla.

b)     Deberes de la voluntad:
I.    Acostumbrarse a practicar el bien y a huir del mal.
II.    Fortalecer la voluntad para la lucha contra las inclinaciones malas.
III.    Cultivar los sentimientos nobles y adquirir cierta "estética moral" que permita sobrellevar con arte y elegancia las contrariedades.

c)     Deberes de la conservación:
I.    Es ilícito el suicidio puesto que no tenemos el derecho de destruir lo que hemos recibido como un bien del que debemos dar cuenta al supremo Creador.
"El suicidio -—dice Goethe— sólo debe mirarse como una debilidad del hombre, porque indudablemente es más fácil morir que soportar sin tregua una vida llena de amarguras".
El suicidio, pues, es una cobardía.
II.    Es ilícita la mutilación,  que  consiste  en lesionar o amputar un miembro o cualquiera otra parte del cuerpo por motivos fútiles.
III.    Es lícito defender la propia vida, aun en el caso de que el agresor tenga motivos justos para atacarnos,
IV.    E; lícito defenderse, aun a mano armada, contra una "injusta agresión". No es injusto agresor el futuro hijo que pone en peligro la salud de la madre, ni la acción de la justicia contra un criminal o contra un presunto reo. Téngase además en cuenta que la defensa debe guardar "proporción con la agresión". No se puede usar la espada contra el hombre que nos agredió levemente de palabra.
V.    No es lícito exponerse a perder la salud ni las prendas morales adquiridas con tanto esfuerzo.
VI.    El duelo  (combate "singular", previa determinación de lugar, tiempo, armas y testigos) le está prohibido al hombre, porque el duelista incurre en el delito de tentativa de homicidio y suicidio. Además, porque el honor ofendido y manchado, causa del duelo, no se recupera ni se borra, antes se aumenta con la muerte de uno de los dos litigantes.
VIL    ¿Es lícito desearse la muerte?
Cuando es por desesperación yt para huirle al deber, no. Es lícito cuando se desea por un motivo sobrenatural (apresurar la posesión de Dios) o por un motivo noble que redunde en bien de la humanidad.
Deberes hacia el prójimo:
Deberes relativos a: Los bienes ajenos:
1.    Respeto a "la vida" y la honra ajena. Evitar los juicios temerarios (los que no tienen fundamento), la maledicencia y sobre todo la calumnia, que es atribuirle al prójimo acciones o intenciones no habidas.
Evitar la "contumelia", que consiste en echarle en cara a otro sus defectos.
2.    A la libertad personal, de conciencia, opiniones y creencias.
3.    A la propiedad. El que roba está obligado a la restitución.
4.    Tener   "moral   profesional":    aquella   honradez   que "obliga" al profesional al secreto, a cumplir su oficio de acuerdo con los principios eternos y a no abusar de las circunstancias que, por razón de su oficio, le facilitan la transgresión de la ley.
Actividad
1.    Cual es el fin ultimo del hombre?
2.    Como se consigue ese fin ultimo?
3.    Haga una pequeña reflexión entorno al hecho de que hay cosas necesarias, tanto en el campo material como en el espiritual.
4.    Elabore un resumen de la lectura la persona humana y el deber.
5.    Diga como le pareció el tema y por que?





LA CONCIENCIA Y SUS CAMPOS DE ACCIÓN MÁS INMEDIATOS
 La conciencia: Es la voz de Dios (la ley) puesta dentro de nosotros.
Para empezar a comprender el campo de acción de la conciencia tenemos que comprender un aspecto importantísimo: la responsabilidad del ser humano.
Y que es la responsabilidad?  
Es la obligación que tiene el hombre de responder por sus actos.
Es de dos clases:
a)     Responsabilidad moral.
Es la que asumimos con nuestra conciencia. El cumplir con la palabra empeñada, el concurrir a una reunión a la hora fijada se llama responsabilidad moral.
b)     Responsabilidad social.
Son los compromisos que asumimos con la sociedad y el Estado: dar buen ejemplo, no molestar a los vecinos, pagar las deudas, inclusive concurrir puntualmente a un llamado, etc.
Mérito y demerito
El bien es digno de premio y el mal de castigo. Esto es lo que se llama recompensa o remuneración.
El mérito y el demérito, es decir lo que merece el premio o el castigo, son consecuencia lógica del deber cumplido o de la obligación descuidada a sabiendas.
Para que una acción merezca premio debe llenar estas tres condiciones:
ü  Que ella presente alguna dificultad. Las cosas fáciles no merecen se las considere, a menos que sean hechas por un fin sobrenatural;
ü  Que sea para cumplir un deber. El que hace cosas innecesarias, y únicamente para satisfacer un capricho personal, no tiene mérito, antes deja de merecer porque el tiempo empleado en aquello es perdido para el deber;
ü  Que sea hecho con pureza de intención.

La   sanción
El acto de premiar a los buenos y de castigar a los malos se llama sanción.
El acto humano, antes que por las leyes, es sancionado por la conciencia.
La sanción debe venir, en últimas, siempre de Dios porque:
1). Las sanciones terrenas pueden estar ocasionalmente determinadas por la influencia de ciertas personas o por una opinión pública mal dirigida. Es el caso de un juez que busca la manera de absolver a un criminal por ser éste persona importante.
2). El que premia o castiga no siempre aplica la ley en toda su pureza. Con frecuencia sanciona con fuertes castigos lo que en realidad merece una simple medida de precaución y viceversa.
Virtud  y vicio
Virtud es el hábito de hacer el bien, así como el vicio es el hábito de hacer el mal.
Las virtudes se dividen en dos grandes grupos: Cardinales y morales.
Las cardinales (sostén de las demás) son cuatro: Prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Las virtudes morales son todas las cardinales y, además, aquellas que se adquieren conscientemente para perfeccionar la naturaleza en orden al fin último, tales como la humildad, la paciencia, etc. Estas pueden ser naturales en el hombre, es decir que algunos las poseen sin esfuerzo. En tal caso el sujeto no tiene mérito, a menos que las practique con conciencia de sí mismo para fines morales. De aquí que las virtudes sean innatas y adquiridas. Dígase lo mismo de los vicios.
El   pecado
Es la transgresión voluntaria de la ley.
Es grave o mortal si la falta se opone a la ley Divina en materia grave. Es leve o venial si la falta es fácilmente perdonable.
La ley Divina promulgada (la ley positiva)  son los diez mandamientos.
Para que el pecado sea grave se requieren tres factores:
1)     Que la materia sea grave;
2)     Pleno consentimiento;
3)     Plena advertencia (voluntad explícita de faltar).
La materia es grave cuando:
a)     Se falta gravemente contra los diez mandamientos de Dios y los cinco preceptos de la Iglesia.
b)     Hay conocimiento claro de la falta;
c)     Intención de faltar.
La materia es leve cuando:
1)     La falta no abarca en su plenitud los Mandamientos.
2)     No hay plena advertencia,
3)     Ni plena voluntad.

Estados de conciencia como salir de la duda práctica
La conciencia es la voz de Dios (la ley) puesta dentro de nosotros. La conciencia es:
a)     Recta, cuando está en consonancia con los preceptos morales;
b)     Errónea, cuando no lo está;
c)     Perpleja, cuando no se decide a la acción. No procede.
d)     Escrupulosa, cuando cree que en todo hay falta;
e)     Relajada, si sucede lo contrario;
f)      Cierta, cuando está segura de que una acción es buena o es mala;
g)     Dudosa, cuando no sabe si lo que va a hacer es bueno o malo.
El hombre se porta bien cuando sigue la voz de la conciencia que le asegura (conciencia cierta) que una cosa es buena o mala. Pero cuando la conciencia es dudosa, el sujeto se encuentra frente al problema de la "Duda práctica".
¿Cómo salir de ella?
a)     Reflexionar detenidamente para solucionar el problema sin la ayuda de nadie. Si la duda persiste, consultar.
b)     Si después de consultar el caso con personas entendidas nadie ha despejado la duda, se puede proceder tranquilamente. Trátese, eso sí, de seguir el camino más seguro; aquel que ofrezca mayor probabilidad de licitud.
Hay otros grados de certeza.
Cuando se sabe "por comprobación física" que una cosa es buena o mala, decimos tener certeza física.
La certeza moral tiene lugar cuando se presume razonablemente que una cosa es buena o mala.
En general téngase presente:
1.    Se puede proceder cuando la conciencia es errónea inculpablemente.
2.    Debemos proceder con conciencia tranquila únicamente cuando estamos física o moralmente seguros de la licitud de un acto.

Reflexionemos
LA JUSTICIA
Consiste en darle a cada cual lo que le es debido. En la aplicación de la justicia hay que tener en cuenta dos cosas: las personas y el objeto.
a)     Las personas:   la que "aplica" la justicia y la que "siente su peso o su beneficio";
b)     El objeto: lo que pertenece a una persona.
La justicia se llama:
a)     Conmutativa cuando se aplica de persona a persona (real o moral): el vendedor entrega la mercancía y el comprador el dinero correspondiente.
b)     Distributiva cuando se aplica entre una persona' (real o moral) y la sociedad. Es la que administra el estado como persona moral. El gobierno tiene el derecho de exigir justicia de los súbditos (pago de impuestos, moralidad en los actos exteriores, etc.), y éstos el de pedir y hasta exigir que haya buena administración.
El pueblo tiene derecho a que se le trate como conviene a su dignidad y el deber de obedecer a los que administran justicia.
El cometer injusticias rebaja la dignidad humana y hace perder la confianza mutua. El hombre honrado y "valiente" (en el lenguaje espiritual se dice que éste posee el don de fortaleza], prefiere sufrir una injusticia antes que cometerla. Este era el pensamiento de Sócrates a pesar de haber sido él pagano. Para nosotros es asunto de conciencia: más vale pecar por exceso  de  bondad  y  generosidad  que  cometer  una  injusticia. ¡Cuántos hay que apelan a la justicia para cometer desmanes! Detrás de cada hombre  anda  "su"  justicia  en muletas avanzando fatigosamente entre la maraña de desacatos que él, el hombre, respaldado por su soberbia, va regando en el camino de la vida. Porque cada uno de nosotros tiene su época de éxitos, al terminar la cual el hombre se estanca dando paso a un semejante que avanza.
Si los éxitos han sido conseguidos con justicia, ésta, tarde o temprano alcanzará a su hombre para premiarlo. Pero si la gloria ha sido enarbolada sobre un montón de disparates, atropellos e injusticias, la virtud de la justicia que anda en muletas y con una balanza, llegará oportunamente para imponer castigos inesperados. La justicia cojea, pero llega. Dios no se queda con nada.
Actividad:
1.    Que tienen que ver la justicia y la responsabilidad en el campo de la conciencia?
2.    Por que decimos que el hombre se mueve entre el vicio y la virtud, y entre el merito y el demerito? Elabore su propia reflexión y escríbala.
3.    Por que cree que hablamos de pecado en este tema de la conciencia?
4.    Que aporta a su vida el tema de la justicia (digalo en 5 renglones)
                                                                                                                 




[1] Es la libertad lo que más nos hace diferentes, animales diferentes, no programados por la naturaleza. Precisamente la libertad está entre lo que más nos caracteriza como humanos porque es la capacidad de poner a prueba nuestra racionalidad, la capacidad de escoger, en este caso, entre lo que nos conviene y lo que no nos conviene para la vida y la felicidad, lo que llamamos lo bueno y lo malo, o dicho de otro modo, entre el bien y el mal. A medida que nos desarrollamos como individuos y como especie tomamos conciencia de que tenemos un amplio horizonte donde nos podemos perfeccionar y al que podemos aspirar. Tomamos conciencia de que podemos ser y podemos ascender; es decir, avizorar nuestra imagen proyectada, nuestro ideal, nuestra otridad.